Desde la pequeña localidad de Viñaspre, en plena Rioja Alavesa, Roberto Oliván cultiva algo más que viñas: cultiva una forma de entender el vino alejada de etiquetas, normas o estilos encorsetados. Viticultor y enólogo, Roberto ha construido su camino con una personalidad tan marcada como el paisaje que le rodea, convirtiéndose en una de las voces más auténticas de la nueva generación riojana.

Quizás por eso, críticos como Luis Gutiérrez (Wine Advocate) lo señalan como uno de los referentes de la revolución del “nuevo Rioja” y Tim Atkin MW lo reconoció como bodeguero joven del año en 2015.

Con apenas 10 hectáreas repartidas en 30 microparcelas, que vinifica por separado, Roberto elabora vinos que respiran territorio y tradición. Vinos que, aunque nacen hoy, saben a los de antes. Y esto no es casualidad: Roberto pasa más tiempo entre cepas que en la bodega. Es allí, en el viñedo, donde empieza todo.

Su trabajo, profundamente artesanal, refleja la esencia de un lugar duro, agreste y lleno de belleza. Y sus vinos, más que etiquetas, son relatos embotellados de un paisaje y una forma de estar en el mundo.